¿El aceite de oliva ayuda al colesterol HDL? La ciencia aún no lo confirma, según la EFSA
La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha evaluado una solicitud presentada por la Universidad de Bari Aldo Moro para autorizar una declaración de propiedad saludable vinculada a los polifenoles del aceite de oliva y su supuesto efecto en el mantenimiento de niveles normales de colesterol HDL —conocido como el «colesterol bueno»— en sangre.
La propuesta fue presentada bajo el artículo 13.5 del Reglamento (CE) n.º 1924/2006, que regula las declaraciones nutricionales y de propiedades saludables en la Unión Europea. En este contexto, el Panel de Nutrición, Nuevos Alimentos y Alérgenos (NDA) de la EFSA fue el encargado de emitir un dictamen científico.
Qué se evaluó
La universidad solicitante presentó un metaanálisis y revisión sistemática que incluía diez estudios de intervención en humanos. El objetivo era demostrar que los polifenoles presentes en el aceite de oliva podrían contribuir al mantenimiento de concentraciones normales de colesterol HDL sin afectar negativamente al colesterol LDL (el “colesterol malo”).
Evidencia insuficiente
Si bien uno de los estudios mostró un aumento en el colesterol HDL tras el consumo diario de polifenoles durante tres semanas, este efecto no fue replicado en otros ensayos ni en distintos grupos poblacionales. Además, no se aportaron pruebas sobre la persistencia del efecto con un consumo prolongado, ni sobre un mecanismo biológico claro que explique este posible beneficio.
Por ello, la EFSA concluyó que la evidencia científica disponible no es suficiente para establecer una relación causal entre el consumo de polifenoles del aceite de oliva y el mantenimiento de niveles normales de colesterol HDL.
Implicaciones para el etiquetado de alimentos
Este dictamen implica que, por el momento, no se puede autorizar el uso de esta declaración de salud en productos que contengan polifenoles de aceite de oliva dentro de la Unión Europea. La decisión refleja el compromiso de la EFSA con el rigor científico y la protección del consumidor frente a afirmaciones de salud no suficientemente respaldadas.